En base a la foto, inspiración y creación de una breve historia.
Está es la historia de una bella mujer. De pelo largo y voluminoso al viento que se asemeja al desliz caudaloso de una catarata, ojos verdes y saltones, como las selvas que la rodea, de venas marcadas tal como los ríos que la atraviesa, su piel es trigueña y despierta calidez como cuando el sol del amanecer impacta en los trigales de sus tierras, de un gran corazón que en ocasiones se vuelve frío como su propio glaciar. Alta, fina y delgada pero con sus curvas bien marcadas, con el relieve característico de cada zona. Es imposible no mirar a esta mujer y no quedar loco de fascinación; admirado. De edad media en comparación con quienes la rodea y si bien es bien de acá, bien nuestra tiene ciertas raíces europeas principalmente italianas y españolas y como el pasado siempre deja marcas y algunas tradiciones este caso no será la excepción. Está mujer se llama Argentina.
La vida de Argentina es particular y para nada tranquila. Ella proyecta, tiene sus propios sueños, anhelos y también sus miedos; lucha por sus ideales y trata de ser mejor día a día, pero vaya que todo esto es una tarea más que ardua, prácticamente imposible para esta bella mujer, si su vida es como un viaje en tren, tren que cada tanto se sale de sus vías perdiendo el control, al cual en cada estación se le suben distintos pasajeros, algunos pasivos que sólo quieren llegar a destino sin mayores sobresaltos, otros por el contrario son muy activos, rateros de las carteras de los pasajeros, de sus sueños, atemorizandolos de miedo, convirtiéndolos en pasajeros además de pasivos, ciegos ante las injusticias. Pero ahí va está hermosa mujer albergando a todos sin rencores y dándole segundas y terceras oportunidades, hasta incluso a aquellos que ni siquiera merecen la pena que continúen el viaje. ¿Y que hay del maquinista de la locomotora? Él es quién dirige el destino del viaje, no importa quién sea siempre busca quedarse con algo de los pasajeros o hasta incluso con algo de toda la unidad y hay algún loco ventajero que suele pensar quedarse con todo el tren.
Pero Argentina como toda mujer, fuerte y luchadora sigue de pie subsanando heridas que dejan marcas, cicatrices muy profundas y difíciles de sanar, pero acaso ¿hay algo más doloroso de sanar que la pérdida un hijo? Sí, la perdida de varios.
Esta mujer que dio y da abrigo a todos sus hijos tiene que ver y hoy día cada vez más seguido, como uno a uno sus hijos la va abandonando algunos con destino incierto, otros en cambio van a tierra de sus antecesores en donde anhelan encontrar algún familiar que le dé cobijo y buen pasar. Hay quienes se liberan del ala protectora de esta mujer, la abandonan y como si esto fuera poco la insultan, la maldicen y juran nunca jamás volver pero Argentina, como toda madre, solo escucha, ríe y los espera para cuando ellos decidan, si así lo desean, regresar.
Los días pasan, los pasajeros continúan abordo, algunos abandonan en alguna estación, otros van subiendo. El maquinista ha cambiado porque llevaba ya mucho tiempo en la conducción y necesitaba bajarse para tomar un poco de aire para luego volver, sí para volver porque ellos siempre vuelven con alguna nueva ruta y más ambiciones que antes. Pero el viaje, como la vida de esta mujer debe continuar.
Y ahí esta, está mujer herida y dolorida por dentro pero por fuera vaya que los años no le pasan factura y sigue igual de hermosa que antes, enamorando a propios y extraños esperando una caricia reparadora y sanadora mientras aguarda ansiosa su tormentoso destino.
Tyrrell, Ricardo.
Está es la historia de una bella mujer. De pelo largo y voluminoso al viento que se asemeja al desliz caudaloso de una catarata, ojos verdes y saltones, como las selvas que la rodea, de venas marcadas tal como los ríos que la atraviesa, su piel es trigueña y despierta calidez como cuando el sol del amanecer impacta en los trigales de sus tierras, de un gran corazón que en ocasiones se vuelve frío como su propio glaciar. Alta, fina y delgada pero con sus curvas bien marcadas, con el relieve característico de cada zona. Es imposible no mirar a esta mujer y no quedar loco de fascinación; admirado. De edad media en comparación con quienes la rodea y si bien es bien de acá, bien nuestra tiene ciertas raíces europeas principalmente italianas y españolas y como el pasado siempre deja marcas y algunas tradiciones este caso no será la excepción. Está mujer se llama Argentina.
La vida de Argentina es particular y para nada tranquila. Ella proyecta, tiene sus propios sueños, anhelos y también sus miedos; lucha por sus ideales y trata de ser mejor día a día, pero vaya que todo esto es una tarea más que ardua, prácticamente imposible para esta bella mujer, si su vida es como un viaje en tren, tren que cada tanto se sale de sus vías perdiendo el control, al cual en cada estación se le suben distintos pasajeros, algunos pasivos que sólo quieren llegar a destino sin mayores sobresaltos, otros por el contrario son muy activos, rateros de las carteras de los pasajeros, de sus sueños, atemorizandolos de miedo, convirtiéndolos en pasajeros además de pasivos, ciegos ante las injusticias. Pero ahí va está hermosa mujer albergando a todos sin rencores y dándole segundas y terceras oportunidades, hasta incluso a aquellos que ni siquiera merecen la pena que continúen el viaje. ¿Y que hay del maquinista de la locomotora? Él es quién dirige el destino del viaje, no importa quién sea siempre busca quedarse con algo de los pasajeros o hasta incluso con algo de toda la unidad y hay algún loco ventajero que suele pensar quedarse con todo el tren.
Pero Argentina como toda mujer, fuerte y luchadora sigue de pie subsanando heridas que dejan marcas, cicatrices muy profundas y difíciles de sanar, pero acaso ¿hay algo más doloroso de sanar que la pérdida un hijo? Sí, la perdida de varios.
Esta mujer que dio y da abrigo a todos sus hijos tiene que ver y hoy día cada vez más seguido, como uno a uno sus hijos la va abandonando algunos con destino incierto, otros en cambio van a tierra de sus antecesores en donde anhelan encontrar algún familiar que le dé cobijo y buen pasar. Hay quienes se liberan del ala protectora de esta mujer, la abandonan y como si esto fuera poco la insultan, la maldicen y juran nunca jamás volver pero Argentina, como toda madre, solo escucha, ríe y los espera para cuando ellos decidan, si así lo desean, regresar.
Los días pasan, los pasajeros continúan abordo, algunos abandonan en alguna estación, otros van subiendo. El maquinista ha cambiado porque llevaba ya mucho tiempo en la conducción y necesitaba bajarse para tomar un poco de aire para luego volver, sí para volver porque ellos siempre vuelven con alguna nueva ruta y más ambiciones que antes. Pero el viaje, como la vida de esta mujer debe continuar.
Y ahí esta, está mujer herida y dolorida por dentro pero por fuera vaya que los años no le pasan factura y sigue igual de hermosa que antes, enamorando a propios y extraños esperando una caricia reparadora y sanadora mientras aguarda ansiosa su tormentoso destino.
Tyrrell, Ricardo.

¡Hermoso relato! Sigue siendo hermosa Argentina, defendamos la libertad y unión en la Patria.
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